Equivocado dilema
-¿Qué prefieres?- le pregunté hoy a mi esposo. (Ellos comían galletas despreocupadamente y yo, sostenía con dignidad y elegancia un vaso con agua.) -¿Una esposa contenta y gordita o una flaca y amargada?
Se lo pregunté porque esto de cuidar de mi peso por lo general me hace sentir triunfal, pero a veces me incomoda. La molestia no proviene tanto de no comer lo que quiero, sino de tener que obedecer, siempre, hasta cuando no quiero, esforzarme más allá de lo que yo considero necesario, no rendirme, y poco a poco ir aceptando que el cuidado no se acaba nunca, que tendré que comer conscientemente el resto de mis días en esta tierra, si lo que quiero es estar delgada y sana dentro de lo posible. La molestia viene de tener que enfrentarme todos los días con lo que no me gusta de mí misma y hacer ajustes y desarrollar estrategias para conquistar este sueño a pesar de mi propia naturaleza.
-Lo que quiero- me dijo- Es una esposa feliz.
Allí está el detalle, diría Cantinflas. Porque vea usted, no se puede ser feliz de cualquiera de las dos opciones, ya cada una trae alegría y molestia a la vez. Cuando como lo que quiero, engordo, y engordar me hace sentir muchas cosas feas que me causan molestia y la molestia me roba la felicidad, a ratos. Cuando me cuido, estoy más bonita y saludable, pero sufro un poco, a ratos. De ninguna de las dos maneras se puede ser feliz, ¿O si?
Recientemente escuché en una plática en la que entendí que las malas experiencias en la vida dejan una huella muy profundas en las neuronas, y se necesitan muchísimas experiencias positivas para reeducar las sinapsis que generan las experiencias negativas. Pero si cuidarse y descuidarse producen alegría y tristeza a la vez, ¿Cómo se puede ser feliz circunscribiéndose al círculo de la comida nada más?
Voy a preguntarle a mi equipo, pero sospecho que ser verdaderamente feliz no se trata de comer, ni de no comer, de cuidarse, o descuidarse. Se trata de algo más. Creo que se trata de crear alguna experiencia de vida tan tremendamente positiva que el comer o no comer lo que queramos pase no a segundo plano, sino mucho más abajo en el orden de prioridades en la vida.
Como dice Marcelo, nos pasamos la vida engordando y adelgazando, y ambas tareas nos ocupan tanto tiempo y recursos mentales que no pensamos en otras cosas mucho más importantes, temas profundos como por ejemplo qué es lo que nos hace profundamente feliz y nos produce lo que el psicólogo croata Mihály Csikentmihály definió en 1975 como Flujo, o la Zona.
¿Has escuchado hablar de ese concepto en psicología positiva? Si no lo has hecho, quizás lo has experimentado al realizar alguna actividad que te absorbe de tal forma que te produce enorme disfrute al mismo tiempo que requiere de toda energía y concentración, de manera que pierdes el sentido de tiempo y espacio mientras realizas esta actividad. Según ese eminente psicólogo, el experimentar períodos de Flujo nos trae muchísima y verdadera felicidad. Yo necesito de eso.
Mi mamá decía, Dios la tenga en su gloria, que no creía que alguna persona haya sido completamente feliz en la vida, sino que la vida está hecha de momentos, unos felices y otros no tanto. Si al final de tu vida tus momentos felices suman más que los menos felices, puedes decir que tuviste una vida feliz. (Ni qué decirle a mi madre de todo lo que he aprendido acerca de la actitud, recientemente, y cómo puede influir positivamente en la forma en la que percibimos las situaciones que nos presenta la vida).
En fin, mi querido esposo, tu sencillo comentario de hoy me puso las cosas en perspectiva: si mi felicidad o infelicidad depende de lo que tengo en el plato… ¡Qué experiencia tan pobre de vida la mía!
Simplemente necesito buscar otra fuente de completa y profunda felicidad, que me haga experimentar el tremendo goce que llaman Flujo, use mis talentos y contribuya a algo importante, a tal punto que la comida palidezca comparada con eso. Visto desde esa perspectiva, la felicidad centrada en la comida es un concepto demasiado elemental en mi escala de desarrollo como ser humano. No puedo ser tan básica, tan poco avanzada en mi proceso como persona. Así que ni modo, la búsqueda continúa, incluso si el adelgazamiento se acaba algún día.